miércoles, 11 de abril de 2012

Cómo reparar un corazón roto?


En noches como ésta y tantas otras, tienes un par de opciones. Puedes comerte la lata de papas fritas, de esas que dicen ser "papas" pero que en realidad son láminas de masa con "sabor a papa"; puedes comerte la reserva de chocolate del velador, o bien los huevitos que quedaron del fin de semana de RE cogimiento; puedes prepararte un café, puedes fumarte un cigarro, ver orgullo y prejuicio en la tele o bien ponerte a escribir toda esa sarta de ideas que se te agolpan en la cabezota, escuchando una selección de tus temas favoritos de Frank.  Como ya hice todo lo anterior citado, me dedico a escribir.

Día a día estos básicos seres me resultan más complejos y más amables. En las últimas semanas me he encontrado con un ramillete de los mejores representantes del sexo opuesto. Desde la ansiosa jovialidad de los veinte, versus la madura seducción de los treinta, pasando por un proveedor que me presenta una "amiga" que conoció hace cinco minutos, de esas que le lleva el tonto tacón de charol y que le cobra por un te amo, hasta el compañero de baile que te deja morados los pies de tanto pisar. (en sentido literal, lamentablemente).

Debo decir, que por mucho HDP que me haya cruzado en la vida, estos seres no dejan de sorprenderme gratamente. No es un tema de edad, color de pelo, estatus social o tendencia política, no no, es la labia, zi zeñó! es la labia la que te caga, te habla bonito y cagaste, así no más, tal cual. Cada uno tiene su cuento, intersantísimas hisotiras que vas desenhebrando lentamente de esa maraña que tienen por corazón. no digo que sean unos insensibles animales, no no, sino más bien que claramente, (y aquí viene la frase revolucionaria) "piensan distinto a nosotras", pero lejos de sacudirme la cabeza, me seduce increíblemente el desafio de tratar de entenderlos.

Por ser, anoche tuve una conversación con un amigo de esos que te hipnotizan con una mirada mar eterno, que te abren la puerta del auto y que te pagan la cuenta (rico). mientras conversaba con él en compañía de un cuba libre y , por qué no decirlo, aprovechándome de su estado etílico, nos encontramos los dos ante un mismo hecho y expusimos nuestras apreciaciones al respecto. Vaya, qué sorpresa me he llevado al escuchar que lo que para mi era una tormenta, para él era una gota en un vaso de agua (a esas alturas, en un vaso de piscola, pero da lo mismo). Me impresionó tanto escuchar cómo la misma "anécdota" era redactada por él con toda su espontaneidad y simpleza. Y mientras lo escuchaba, debo decir que me quedaba mirándolo como estúpida y su voz se hacía lejana, casi como la maestra de Charlie Brown (gua gua guaaaaaa guaaaa ) imaginándolo como jefe, marido, amante, pescador, deportista, amante, suegro, yerno, político, amante, etc. Como si cada una de sus palabras generara un escenario distinto, una realidad perfecta. El punto, es que el tipo contaba su historia desde su punto de vista y yo estupidizada trataba de ponerle atención y de paso, trataba de no escuchar a la pelotuda que agonizaba con una canción de Sabina en el karaoke.

Me da tanta risa/curiosidad/impresión ver cómo el cerebro humano es capaz de cambiar de categoría a una persona de un rato para otro, según el contexto. es decir, el tipo siempre fue el mismo, sólo que los hechos condicionaron mi percepción de él. Supongo, es más, aseguro que a todas las personas comunes y corrientes como yo, les pasa lo mismo con sus semejantes, que pasan de ser unos adorables a unos idiotas o viceversa. Moraleja? las personas son como son, es uno el que se da la paja de etiquetarlos una y otra vez.

Lo pior de todo, es que el tipo anoche actuó como una suerte de bolita de cristal (y con esto no queiro decir que sea como las weas) ya que me hizo ver una cantidad de aspectos que, según yo, los tenía super piola y escondidos. Debo confesar que lo que más me marcó, fue en cómo la etiqueta de "este wn es igual a todos" me hace perder la oportunidad de conocer a las personas tal cual son. Evidentemente, existe una alta probabilidad de que sea un gañán, pero ese ínfimo porcentaje es como la luna llena en la marea, levanta mis creencias y las hace chocar contra las rocas de la decepción y de la desesperanza. Será posible que se pueda reparar un corazón roto como dicen los Bee Gees?

Independiente a la exquisitez de su discurso, este muchacho me hizo creer a ratos en que  las cosas pueden ser de otra manera, no con él, no es una declaración de amor. Sino me hizo volver a creer en el género y en la posibilidad que como humanos pensantes, tenemos de resolver y rearmar nuestra vida. Esta reflexión no sólo se acompañó del Havana, sino de las ganas de plantearme la idea de tomar la cinta maskin, pegotear el corazón y abrirlo a otra persona. Miedo? no, Aprehesiones? quizás, pero si me vuelvo a caer, lo comido y lo bailado no me lo quita nadie.

Canción recomendada: How can you mend a broken heart, Bee Gees.

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